miércoles, 11 de junio de 2014

Propuesta de intervención psicomotriz en niños con trastornos del espectro autista

En esta ocasión quiero rescatar algunas ideas de un artículo de Miguel Llorca y Josefina Sánchez publicado en la Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales. Se llama "Creciendo juntos: un acercamiento desde la educación psicomotriz a las personas con espectro autista".
 
En dicho artículo, los autores tratan de sistematizar la ayuda, que desde la sala de psicomotricidad, pueden aportar a las dificultades que encuentran las personas con espectro autista. Para ello utilizan como guía el inventario de Ángel Rivière que las agrupa en cuatro escalas.
 
1. Dificultades en el desarrollo social.
 
"Esta escala hace referencia a los trastornos del desarrollo social que se manifiestan mediante dificultades para las relaciones sociales, es decir, la falta de interés por las personas, mostrándose a veces el niño completamente aislado.
Para ayudar a vencer estas dificultades tenemos que hacernos presentes en la vida del niño, conseguir la empatía necesaria para sacarlo de su soledad, procurando relaciones placenteras, de forma que primeramente nos reconozca y luego nos busque para jugar. Es necesario conseguir un diálogo tónico, estar disponibles corporalmente para el niño, utilizando mediadores corporales como la mirada, la voz y el gesto. Si el gesto de señalar para pedir no surge espontáneamente, se lo moldeamos buscando la respuesta emocional.
Una vez conseguida la empatía tónica se pueden proponer juegos circulares, juegos de estructura muy básica, lo que genera modelos elementales de anticipación y de intencionalidad en la acción.
Debemos crear situaciones que faciliten el encuentro con la mirada, buscando encuentros cuerpo a cuerpo donde puede darse una confluencia de tonos y miradas.
Es muy importante hacer de espejo del niño. Esto se puede hacer si realizamos la lectura de un cuento al finalizar la sesión o el momento de verbalización sobre lo vivido en la sesión".
 
2. Dificultades en la comunicación y el lenguaje.
 
"El desarrollo de la comunicación y el lenguaje se ve dificultado por las limitaciones para acceder a lo simbólico.
Ante las dificultades en este ámbito, la educación psicomotriz nos permite interpretar la expresividad del niño como la forma que tiene de "decirse" ante los demás. Las posibilidades de comunicarnos, de hacernos entender, surge mucho antes que la palabra, siempre que el niño encuentre un adulto que se ajuste a su peculiar forma de comunicarse corporalmente. Primeramente el diálogo tónico, luego la realización de movimientos y gorgojeos a los que el adulto pone palabras; a medida que controla sus movimientos, señala y gestualiza y, finalmente, cuando hay un cierto dominio del propio cuerpo, surge la palabra, posibilidad de comunicación que trataremos de seguir desarrollando a partir de las interacciones que se producen en el juego, sin olvidarnos, si fuera necesario, de los gestos, expresiones faciales, tono de voz o signos de sistemas alternativos de comunicación".
 
3. Dificultades en la anticipación y flexibilidad.
 
"La tercera escala del inventario de Rivière incluye las dimensiones referidas a las competencias de anticipación, flexibilidad mental y comportamental, y sentido de la actividad propia.
La sala de psicomotricidad, como lugar favorecedor de la espontaneidad del niño, puede parecer un lugar poco apropiado para abordar estas dificultades, sin embargo, la adecuada organización espacio-temporal de la sesión puede ayudar a que el niño no se sienta perdido ya que se facilita una estructura que le da seguridad porque tiene unos signos claros que le ayudan a anticipar, sin generar angustias.
Frente a la flexibilidad comportamental, concretamente las conductas que se manifiestan como estereotipias motoras, nos planteamos la imitación, hacer de espejo para luego moldear su estereotipia, introduciendo rupturas o cambios de ritmo".
 
4. Dificultades de simbolización.
 
"En líneas generales podríamos decir que frente a las dificultades de simbolización, la educación psicomotriz nos permite inscribirnos en el juego del niño para hacerlo evolucionar desde la simple manipulación del objeto al uso funcional de los mismos, o a su uso en situaciones más elaboradas de juego simbólico, empezando quizás por situaciones presimbólicas que se derivan de los juegos de persecución, el aparecer y desaparecer, entrar y salir, llenar y vaciar, construir y tirar, que inician al niño en la comprensión de la suspensión y aparición del objeto/sujeto. Es fundamental la ayuda del adulto que desarrolla modelos de juegos o de mediador en las interacciones entre iguales para favorecer la integración y evolución en el juego".
 
 
Todas estas ideas están propuestas para el ámbito educativo. El planteamiento que estos autores tienen sobre la educación implica ayudar a progresar al individuo en su globalidad, teniendo en cuenta sus características, lo que no implica necesariamente una estrategia específica de intervención, sino buscar metodologías que sean útiles para todo el grupo, para que las estrategias que se proponen sean adaptables a las diferentes realidades. Estos requisitos los cumple una propuesta basada en el juego y con la participación de un educador como agente de un itinerario madurativo.

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